domingo, 9 de agosto de 2009

Religiosidad Popular: San Cayetano

San Cayetano, nació en Vicenza (Venecia, Italia) en el año 1480. Estudió derecho en Padua y, después de recibida la ordenación sacerdotal, instituyó en Roma la sociedad de Clérigos regulares o Teatinos, con el fin de promover el apostolado y la renovación espiritual del clero. San Cayetano se distinguió por su asiduidad en la oración y por la práctica de la caridad para con el prójimo. Murió en Nápoles el año 1547.
En nuestro país, existe una profunda devoción por este santo, al cual se lo considera el Patrono del Trabajo, por eso todos los años cada 7 de agosto miles de personas se acercan al Santuario de Liniers para pedir o para agradecer sus favores.
Es tanta la devoción que despierta San Cayetano que semanas antes del 7 de agosto, ya comienza a aguparse la gente, que con su termo, silla y carpa espera en las cercanías del Santuario que se abran las puertas del mismo.
La manifestación de la fe del pueblo conmueve a los más escépticos y reaviva el espíritu solidario. Miles de donaciones llegan a las manos de la gente que trabaja en el Santuario y que luego son destinadas a los lugares más necesitados de nuestro país.
Las vísperas son amenizadas con folklore, músicos locales y la presencia este año de Verónica Condomí, Coqui Sosa y César Isella, llenan de gozo el corazón de los fieles. A las 00 hs en punto del 7 de agosto, la fanfarria interpreta la "Marcha de San Lorenzo" y el "Himno Nacional Argentino", los fuegos artificiales y carteles luminosos dan la bienvenida a los peregrinos. Con el marco de fiesta y de belleza que el pueblo merece se abran por fin las puertas del Santuario, los voluntarios organizan a la gente.
Esta movilización en el día de San Cayetano demuestra que aún la fe sigue movilizando a los pueblos y que la esperanza sigue firme, aunque sabemos que es muy cierto lo que dicen Teresa Parodi y Peteco Carabajal en su canción dedicada al santo "el que debe responder no ha de ser San Cayetano, los que deben responder están mirando a otro lado..."

sábado, 27 de junio de 2009

La Luz Mala

Nuestro interior provinciano es muy lindo en paisajes y bellezas naturales, pero más bondadosa ha sido la naturaleza con el hombre que habita en esas "soledades"; en esa eterna quietud y paz. Soledad que se convierte en compañía para el espíritu, que le infunde melancolía y le fortifica el alma. Pero no siempre hay tranquilidad en esos parajes; las corridas, los velorios, las fiestas religiosas y las supersticiones mantienen inquieto al hombre de cerro y de campo y le tornan divertida su monótona vida.
La riqueza cultural de nuestra gente es inimaginable; resultado de la fusión de las antiguas culturas aborígenes, del cristianismo, de las soledades y desventuras que en el marco geográfico se desarrollaron a través de años y años. Un tesoro que el hombre de la ciudad por su vida agitada y sofocante muchas veces no conoce, y que forma parte de nuestra tradición.
Entre las supersticiones y leyendas de la gente del campo o de los cerros está la de la "luz mala" o "Farol de Mandinga", mito con trascendencia religiosa que se extiende por casi todo el Noroeste Argentino.
En algunas épocas del año (generalmente las más secas) se suelen ver de entre las pedregosas y áridas quebradas de los cerros del oeste tucumano (Mala Mala, Nuñorco, Muñoz, Negrito, Quilmes, etc), a la oración - de tarde -, o cuando los últimos rayos del sol iluminan las cumbres de los cerros y el intenso frío de la noche va instalándose en los lugares sombreados, una luz especial, un fuego fatuo; producto de gases exhalados por cosas que se hallan enterradas conjugados con los factores climáticos; a ella - con terror y morbosidad - los lugareños denominan "luz mala" o el "farol del diablo".
El día de San Bartolomé (24 de agosto) es el más propicio para verlos, ya que es cuando parece estar más brillante el haz de luz que se levanta del suelo y que, por creencia general, se debe a la influencia maligna, ya que popularmente estiman que es el único día en que Lucifer se ve libre de los detectives celestiales y puede hacer impunemente de las suyas (Ambrosetti, "Supersticiones y leyendas").
La luz es temida también por que imaginan ver en ella el alma de algún difunto que no ha purgado sus penas y que, por ello, sigue de esa forma en la tierra.
Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que ésta superstición les ha producido, los pocos que se han aventurado a ver que hay abajo de la luz siempre han encontrado objetos metálicos o alfarería indígena - muchas veces urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el terror- que al ser destapada despide un gas a veces mortal para el hombre, por lo que los lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir o sino hacerlo con un pullo - manta gruesa de lana - o con un poncho, de suerte que el tufo no llegue a ser respirado.
Nos cuenta don Hipólito Marcial que: "La luz blanca que aparece en la falda del cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y al otro día ir a cavar... va a encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario, se dice que es luz mala, tentación del diablo".
Debido a la continua migración a las ciudades y centros poblados, y por constante progreso estas leyendas van quedando reservadas solo para los mayores; la juventud se preocupa por otras cosas que estima más importante.-

Fuente: www.folkloredelnorte.com.ar